Es frecuente escuchar que el cáncer va asociado al estilo de vida de los países desarrollados.

 

Existen corrientes filosóficas que se refieren a nuestras sociedades neoliberales como sociedades del rendimiento. Es el caso del filósofo surcoreano Byung Chul-Han. El psicólogo al que estoy yendo me ha hablado mucho de él. Este reflexiona acerca de la forma en que nuestras sociedades se explotan a sí mismas desde el positivismo, es decir, desde la creencia de que el individuo puede lograrlo todo. Ya no es necesario que tengas un empleador que someta tu corporalidad a un espacio, que te tenga dentro de una fábrica trabajando bajo control doce horas diarias. Las personas ya se autoexplotan a sí mismas porque quieren conseguir cosas, porque se promueve la libertad de consumo: todo lo que tú quieras lo puedes lograr con tu trabajo y tu esfuerzo.

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La típica frase.

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Es como el nuevo paradigma educativo: que todos podemos lograrlo todo, negando así las diferencias estructurales a las que nos enfrentamos desde nacimiento. Posiblemente no todos vamos a lograrlo todo, estamos llenos de estructuras de dominación que nos someten, y lo hemos heredado de generación en generación.

En la práctica no ha habido movilidad social, nuestros padres eran trabajadores y obreros precarizados, igual que nuestros abuelos y bisabuelos... Y nosotros también lo somos todavía. Incluso hemos perdido ciertas garantías sociales que existían en el pasado respecto a la legislación laboral, donde teníamos sindicatos que negociaban y luchaban contra abusos y explotaciones y que hoy en día ya no tienen la fuerza de antes.

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¿Qué tiene que ver todo esto con el cáncer? 

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Son estas mismas sociedades neoliberales las que promueven que las personas se exploten, trabajen, se esfuercen, se estresen, se depriman... Tendemos a pensar que el cáncer es una herencia, algo que puede “tocarte”. Y hay que tener cuidado con el discurso de la genética porque podría parecer que fuera un discurso servicial hacia lo hegemónico, hacia gente con poder a la que interesa decir que una enfermedad es provocada por mala genética. La gente no parece cuestionarse por qué tiene una mala genética: "¡Pucha, tengo una mala genética!" y nada se le puede hacer. No es así. A lo mejor yo recibí una mala genética, pero puedo tratar de tener el estilo de vida más saludable posible. Es muy importante entender que el cáncer no es una enfermedad sin más, sino que está asociada a la forma en que está construido nuestro mundo y al estilo de vida que tenemos. 

 

Por ende, tener cáncer en Chile es mucho más que estar enfermo. Significa una vulneración de derechos elementales que se ha heredado durante generaciones. A lo mejor tu abuela fue explotada y precarizada durante años, o tu padre tuvo que trabajar en una mina y desarrolló cáncer de pulmón u otras enfermedades. En Chile está plagado de esas historias: desigualdad socioeconómica, mala alimentación, ciudades contaminadas... Una suma de factores de riesgo que generará una población enferma, con un sistema inmune débil.